Los libros no están dispersos

Los libros no están dispersos, sino reunidos.

Posarse en un lugar repetidas veces hace la diferencia. El extraño se vuelve conocido aunque sea sólo de pasada. Los hábitos saltan a la vista cuando ya te has ubicado en el rito, el paisaje te da un norte al identificar al de la boina, que luego trae un gorro y un miércoles aparece con bisoñé. Hay de espacios públicos a públicos en un espacio y en esta ocasión nos propusimos llegar ocasionalmente al centro del archivo documental del MACG.

Nos dimos el tiempo para comentar el espacio y sus condiciones, vi como la gente entraba al centro de paseo, con la mirada volada sobre las hojas de los libros, caminando al fondo oscuro donde se están los videos y los amantes casuales de la secundaría cercana. Hicimos las lecturas fuera de lugar y dentro nos platicamos cómo la trivialidad, los seres y las cosas cotidianas en la densidad inesperada nos turba y maravilla.  Llegamos al punto de tratar con un libro: Pensar / Clasificar de George Perec.
El tiempo que le dedique al libro fue hasta después de concebir las piezas con las que participo, echándole unas miradas pausadas, con intervalos, dejando espacios sin leer y otros tratando de llevarlos en la memoria: “mi problema con las clasificaciones es que no son duraderas; apenas pongo orden, dicho orden caduca.”

El problema de una biblioteca es doble: de espacio y de orden.

¿Que interés artístico puede tener la simple enumeración de algunas de las infinitas posibilidades de ordenar los libros de una biblioteca? Es difícil que un amante de los crucigramas, los acrósticos y las fugas de vocales pueda llegar a considerar a estos trabajosos pasatiempos como formas literarias. Sin embargo, en obras como La vida instrucciones de uso (1) Perec, escritor y trapecista, escritor de culto, demuestra a través de una sucesión de descripciones –articuladas según el arte combinatoria– una apasionante forma de describir el universo partiendo sólo de lo hallado en una casa. (2)

Una biblioteca que no se ordena se desordena.

Nuestro ideal es más conocimiento, más información; Todo anda o hace como si anduviera hacia un cumplimiento, hacia una acumulación. Sabemos que este ideal es imposible, pero nos movemos como si fuera posible la completitud, lo acabado, lo cerrado. Sin embargo, esta sensación de desbordamiento viene acompañada de otra: la inconsistencia, lo efímero.

 

Mauricio Badillo, octubre del 2011.

 

 

1. Georges Perec, La vida instrucciones de uso, Ed. Hachette, Madrid, 1987.
2 Dr. Adolfo Vásquez Rocca, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso – Universidad Complutense de Madrid

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